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viernes, 25 de abril de 2008

Lo esencial es invisible a los ojos... El principito


Hace poco tuve la fortuna de que me regalaran una cosa valiosisima... si el valor fuera peso pesaría mas que la tierra... si el valor fuera dinero valdría tanto que nunca nadie podría pagarlo... pero por suerte tanto valor cabe en un librito de menos de 100 paginas. Pequeño y manejable. Sabio. Como el propio Principito.

Es tal su valor que me siento en la obligación de protegerlo, y algo de tanto valor no se protege con pistolas, ni murallas, ni siquiera con cohetes o espinas sino intentando ver lo esencial, aunque sea invisible a los ojos, para guardarlo y cultivarlo dentro de uno mismo.

Tengo que agradecer que me hayan regalado algo así, y no un diamante o un avión, porque probablemente me hubieran hecho mas rico pero no mas feliz. Y no hay mayor agradecimiento que regalarlo a todos los que no hayan tenido la fortuna de leerlo...

Os dejo con "EL PRINCIPITO".


La verdad sobre la muerte de Saint-Exupéry

Aunque la historia dice que su avión fue abatido el 31 de Julio de 1944, tras despegar de Córcega, aunque encontraran una pulsera suya en el 98 y los restos de su avión en 2004, aunque un viejo piloto alemán confesará la autoria de esos disparos, me niego a creer algo tan triste. No, el señor Antonine Saint-Exupéry, no pudo morir asi, el Principito no lo permitiría... prefiero creer que le ayuda a deshollinar los pequeños volcanes y cuida de que el cordero no se coma la rosa mas valiosa del mundo mientras ven al menos diez amaneceres y diez atardeceres diarios sentados en el porche:

- Hola Antoine ¿que haces? ¿otra vez se ha roto tu avión?-

- Si, ya ves que cosas... solo que esta vez no ha sido solo, sino que un hombre lo ha roto por mi, y voy a estrellarme contra el mar... -

- Los hombres solo sabeis romper las cosas... -

- Si... estoy un poco cansado de nosotros mismos, por cierto ¿que tal está el cordero que te dibuje?-

- Me da mucho trabajo, siempre tengo que recordarle que la rosa no se come, pero por lo menos mantiene mi planeta libre de baobabs... ¿quieres venir a saludarlo?-

- Claro... me acordado de vosotros cada vez que veia sonreir a las estrellas, será un placer-

- Esta bien, ahora te recojo en el mar... no tengas miedo.-

Y Saint-Exupéry se marchó con su amigo, cansado de los hombres, para quedarse a vivir en su pequeño planeta... esa es la pura verdad.

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