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martes, 28 de julio de 2009

Tempestades de Acero: Literatura de vida en el barro y sangre




No puedo recordar haber leído nada así previamente. "Tempestades de Acero", de Ernst Jünger, no es una autobiografía, no son diarios, no son memorias... aunque tenga algo de cada uno de esos géneros. No se si literariamente puede encuadrarse en algún género ortodoxo, puede que si lo haya y alguien que haya leído el libro sea tan amable de enmendar mi ignorancia. Yo me he conformardo con llamarlo literatura de vida, no sé si de forma muy acertada.

No puedo recordar tampoco una lectura tan brutal y vívida. Tempestades de Acero es una narración novelada de lo acontecido en la I Guerra Mundial al propio autor, basada en los múltiples cuadernos que escribió en las trincheras. Ernst fue un héroe del bando perdedor, vencedor en la derrota. Recibió múltiples condecoraciones antes de vivir 25 años. Haber escapado de la muerte quizás fuera su medalla más importante.

La cruenta guerra de trincheras y los albores de nuevas formas de matar son explicados de primera mano, sin valoraciones, sin reflexiones, sin sentimientos. Muere un amigo de un disparo en la cabeza y hay que seguir luchando. Granadas del ejercito propio caen sobre el escuadrón y no pueden detenerse. Nos acerca a la guerra verdadera, sin odio al enemigo, donde solo las ordenes guían las acciones evitando la moral. Y sería fácil pensar que es un retrato de la crueldad del ser humano, de la violencia por la violencia, pero no es así. El mismo hombre puede matar dos enemigos por la mañana en el campo de batalla y defender por la tarde a dos prisioneros que le han ayudado a caminar para alcanzar un puesto de socorro. Demuestra que la heroicidad es en su mayor parte imprudencia y suerte.

Fue usada, junto a otras obras de Ernst Jünger y con la oposición pública de este, por el gobierno Nacional Socialista Alemán como propaganda para ensalzar el espíritu alemán. Jünger, pese a nacionalista, no era antisemita y por ella rechazó distinciones ofrecidas por el gobierno nazi, llegando a rechazar incluso el ingreso en la Academia de Poesía.

Participó después en la II Guerra Mundial en el bando alemán, pero destinado en el París ocupado, disfrutó de la bohemia y fue enlace de la resistencia dentro del propio ejercito alemán, salvando a numerosos judíos y agrupando a su alrededor a numerosos oficiales disidentes.

Tempestades de Acero, muchas veces publicada junto con otras de sus novelitas de la misma ambientación y época como Bosquecillo 125 (que me dispongo a leer) se lee de forma ágil y vertiginosa, por ello no deja espacio para el descanso del lector. Pero hay que recalcar que no una lectura amena. Es una novela que te llena de barro y sangre, que te agota por contagio de los héroes. Es literatura de vida o vida de literatura. Y supongo que te hace repudiar sin mucho esfuerzo todas las guerras. Es literatura histórica, pero de las que no hay que volver a escribir.

Entrada en la Wikipedia sobre la interesante vida de Ernst Jünge.

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